lunes, 26 de enero de 2009
Permuto diente por moneda
Este mes cumplí 5 años con 8 meses y ya mis dientes se empezaron a aflojar…
Flojos ellos que no quieren seguir masticando chocolates ni los ricos choclos con mantequilla donde solo necesitas agarrar a la coronta y plantar tus buenas paletas en ellos…
Pasaban los días y cada vez se me hacia más complicada la tarea de masticar con una paleta que parecía estar en la cuerda floja en vez de quedarse tranquila en mi encía.
Tratando de olvidar los problemas de mi boca empecé a correr tras mi cachorra en el patio de mi casa cuando de repente se cruzo un juguete y para variar perdí la coordinación de mis grandes pies, herencia de la familia de mi padre, alemana, que no me deja en paz y me hacen perder el equilibrio y parecer un hipopótamo en clases de ballet… se que seré alta y envidiada en la madurez pero hasta el momento solo me han dejado recuerdos de estruendosas caídas en el pasillo, la pieza, el baño, el living, en clases, en el patio y muchos otros lugares más y esta vez no fue la excepción, perdí el control y caí de un golpe al suelo y en el momento que mi pera tocaba el pasto ¡suacate! se salió de mi boca mi primera paleta…a la muy desgraciada la pille justo arrancando entre las plantas, la agarre entre mis manos y corrí hasta los brazos de mi mamá. Ella miro mi cara y entre que grito y rio dijo: ¡que mona te ves sin un diente!
Yo con lagrimas en los ojos le mostré con aprensión mi ex diente que aún se resistía a quedarse en mis manos tratando de resbalar por entre mis dedos ¡oh! ese era mi diente…Con dulzura lo tomo y me empezó a contar una historia de un ¡ratón! No podía creer lo que mis oídos estaba escuchando, además de tener que soportar cada afloje de mis dientes, ahora más encima, tenía que esperar dormida con el diente bajo mi almohada a que un ratón viniera sigiloso por la noche para que lo sacara y lo cambiara por una moneda. ¡Como eso podría ser normal! Un Raton!!
Aún choqueada por la pérdida de mi primer diente y la historia del ratón no dije nada… solo la mire incrédula y sonreí, pero la verdad es que …¡tenia terror!.
Por la tarde me llevaron a casa de mi abuela a dormir la siesta, es mi compañera perfecta, regaloneamos en su cama King y me deja tener el control de la tele.
Cuando vio mi cara de vieja sin dientes se sonrío y me felicito diciendo: ¡Oh mi muñeca está creciendo! Mientras que para mí pensaba: ¿Cómo que creciendo? ¡Si me estoy cayendo a pedazos!
Estando ya en confianza, solas las dos, logre confesar mi temor y dije: abue no entiendo porque tiene que venir un ratón hasta mi pieza para que me deje dinero por mi diente ; ¡Al carajo con el dinero! prefiero dormir tranquila a tener que estar pendiente de un ratón y más aun de que se me caiga otro diente… Mis ojos reflejaban miedo y cuando termine mi confesión mi abuela se estremeció, su cabeza cayó a su espalda y empezó a reír, reía a carcajadas dando me besos por todas partes. ¿Qué parte de mi problema no entendió?
Fue así como entendí que estaba creciendo, que hay cosas que no existen, como ese famoso ratón que cambia plata por dientes, solo una linda historia que cuentan los adultos para crear nuestro mundo de ensoñación. Y ahora me pregunto ¿Cuántos más de estos personajes de cuentos de hadas solo existen para alimentar mis miedos y mi imaginación?
Trata de acercarte conejo, ya pronto nos encontraremos en Pascua de resurrección.
Y a vos, viejo de pascua, te tengo en la mira, guatón comilón.
miércoles, 21 de enero de 2009
Libertad
martes, 20 de enero de 2009
Adios...
La vida no es justa, se lleva a los que queremos y ni siquiera pregunta que nos parece, simplemente los toma y los aleja para siempre de nosotros los mortales.
Hace ya unos meses que ella supo que su vida estaba con los días contados, que la despedida estaba a la vuelta de la esquina y que de un soplido el viento vendría y se la llevaría a ese desconocido lugar.
Eran sus amigos, sus parientes, los que buscaban una explicación en este basural de enfermedades que se llama tierra. ¿Porqué nosotros? ¿porqué no otros?. Buscaron en donde les dijeron que ayuda podían encontrar, cegados con la enfermedad no se percataron que los días pasaban y no regresaban, que las aves habían vuelto y en el rostro de ella ya se veían los estragos del que está mal.
Se sentía vieja y cansada ya no podía ni quería luchar más, ya se había entregado a los brazos de Morfeo y cada noche cuando las estrellas la miraban les pedía que la viniera a buscar.
La escuálida sombra que la acompañaba tenía movimientos lentos, pero aún se esforzaba por abrazarlo a él, único amor en su vida. Vida que casi no destellaba en su mirada, solo cuando lo veía a él. Ahora les contaré de él: joven, travieso, pura aventura que años de vivir locuras y jugar con el amor de ella le tomaron para darse cuenta que ella era para él y él para ella. Así un día decidió que no quería volver a la casa de mamá sino que su casa estaba con ella. Juntos construyeron una vida perfecta, el amor florecía con colores que no siempre se ven, con hijos que iluminan el camino para querer volverse viejos. Ellos dos eran solo uno, que bailaba, reía y jugaba a quererse, él y ella, más y más.
Un día lo volví a ver y ya no parece él, su mirada creció, sus manos envejecieron y el olor de ella ya no está con él. Me hablo de sus hijos y fue ahí donde pude escuchar la voz de ella, tantos recuerdos que sentí que robaba de su memoria que no quise preguntar más, me despedí y me recordé olvidar que una vez estuvieron juntos y que un día la vida por ellos decidió que mejor era enviudarles el corazón.
lunes, 19 de enero de 2009
Mar de Letras
Mi abuelo fue el capataz del antiguo dueño de Concon y Reñaca. Un día de sol fue a hablar con su jefé para pedirle la costa de Higerillas, era su sueño construir la primera caleta en la ribera del lugar.
Pasaron los años y mi padre, como mi abuelo, dedicaron sus días a la pesca, saliendo diariamente antes del amanecer para volver al medio día con peces varios que les daba el mar.
Desde el primer día en que subí al bote a ayudar, supe que no era vida para mí. Fui creciendo hasta que un día desperté, me acerque a mi madre al desayuno y le dije: Mamá, le tengo que informar que la vida de pescador no va conmigo, pues yo, me voy a dedicar a estudiar.-
Y fue desde ese día nublado en la costa de Concón, que me subí al bote no a pescar si no a leer, sentí que mi alma se alegraba, que me acompañaba la calma dentro del mar, bailando con las olas y refrescándome la brisa, sentí como la mente se despejaba y deja que las ideas entraran y se quedarán.
Fueron años de remar y aprender en las costas de Concon.
Aún conservo el bote y cada año llega un señor desde Santiago, con su diario bajo el brazo, arrienda el bote y no vuelve hasta horas después. Otro navegante del mar de letras que descubrió la lectura calmada bajo la brisa y vaivén del mar.
lunes, 12 de enero de 2009
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